El domingo 28 de enero de 2017, Mons. Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (alias Fraternidad de los Apóstoles de Jesús y de María), ha concedido una entrevista a TV Libertés (TVL), una emisora privada francesa; se puede encontrar el texto íntegro de la entrevista traducida al italiano al cuidado de la misma Fraternidad (con el vídeo relacionado en lengua original francesa) en la siguiente dirección: http://www.sanpiox.it/attualita/1910-intervista-a-sua-eccellenza-mons-bernard-fellay
Las palabras que han, mayormente, golpeado la opinión pública, especialmente entre los así llamados “católicos tradicionalistas”, han sido aquellas un poco pintorescas con las cuales el Superior de la Fraternidad ha descripto el estado de las tratativas para alcanzar el mal afamado “acuerdo” con los modernistas: a este acuerdo le faltaría no más que “el sello”. ¡Entusiasmo entre los favorables; luto, desconcierto y consternación entre los opositores al acuerdo en cuestión! (con la sorpresa de encontrar entre estos últimos también personas que no hace demasiado tiempo pensaban diversamente y tal vez todavía hoy, el domingo, asisten tranquilamente a la ‘misa’ de un ‘sacerdote’ que celebra en virtud del Motu Proprio Summorum Pontificum o que depende de la Ecclesia Dei, y que por lo tanto en el “acuerdo” viven tranquilamente cada día).
Se le han escapado a la mayoría, más propiamente a todos, las palabras que han precedido inmediatamente la evocación del ya famoso sello faltante (¿por cuánto?) en las manos de J. M. Bergoglio, con las cuales Mons. Fellay explica tranquilamente a quien teme el acuerdo como a quien lo desea, que el acuerdo en realidad ya existe desde hace un tiempo: “He hablado de este problema con el Papa mismo y ambos estamos de acuerdo sobre el hecho de que existe ya actualmente un cierto número de disposiciones prácticas que hacen al cisma prácticamente imposible. Esto es en la práctica, esto es en los actos de todos los días, nosotros expresamos y mostramos a Roma nuestra sumisión, el hecho de que reconocemos estas autoridades, y eso no solamente en la Misa, no solamente nombrando al Papa y al Obispo local en el canon de la Misa, sino también en otras cosas. Está el ejemplo del Papa mismo que nos ha dado el poder de confesar. Existen también detalles de los actos jurídicos: es un poco complicado de explicar, pero puede suceder que un sacerdote cometa delitos canónicos, y en estos casos nosotros hacemos referencia a Roma, que nos acuerda la facultad y a veces incluso nos pide de emitir un juicio sobre tales casos. Se trata, por tanto, verdaderamente de relaciones normales. No se trata solamente de la jurisdicción para las confesiones, hay todo un conjunto de cosas. Este verano ha sido confirmado que el superior General puede de verdad ordenar libremente a los sacerdotes de la Fraternidad sin que deba pedir permiso al Obispo local. Es un texto que viene de Roma; ciertamente no es proclamado sobre los techos, pero dice realmente que las ordenaciones de la Fraternidad son lícitas (dice, de hecho, que el Superior puede ordenar “libremente”). He aquí, entonces, algunos ejemplos de actos jurídicos, y por tanto canónicos, que son ya instaurados y que, a mi parecer, excluyen la posibilidad de un cisma. También si, naturalmente, se necesita prestar atención a este peligro, sobre esto no hay duda.
Las palabras de Mons. Fellay son inequívocas: ya ahora, y desde un tiempo, en los actos de todos los días, existen relaciones normales –de carácter jurídico y canónico- entre la Fraternidad Sacerdotal San Pío X y los Modernistas (reconocidas por Mons. Fellay como “Santa Sede”). Nos impresiona un poco ver que Mons. Fellay nos da la razón, mientras que desaprueba al Superior del Distrito Italiano para el cual las palabras del os acuerdos en curso eran un signo de paranoia (http://www.sanpiox.it/vita-del-distretto/1648-intervista-a-don-pierpaolo-petrucci-2). Como hemos recordado en el Comunicado de nuestro Instituto del 3 de septiembre de 2015, “El fin de un equívoco” (http://www.sodalitium.biz/la-fine-di-un-equivoco/) y en la entrevista del Padre Ricossa a Rivarol (http://www.sodalitium.biz/?s=Rivarol) el tal mencionado acuerdo o regularización canónica es ya una realidad, desde 2015 y probablemente desde mucho antes: “El famoso acuerdo, yo pienso, está ya hecho. La FSSPX ha ya recibido de los modernistas, el 5 de junio de 2015, el poder de juzgar en primera instancia a los propios sujetos, cosa que no se puede hacer si no se tiene la jurisdicción; la Fraternidad ha sido reconocida, el 17 de marzo de 2015, por la Diócesis de Buenos Aires como sociedad de derecho eclesiástico, erigida canónicamente, y el 1 de septiembre de 2015 ha recibido el poder de confesar y de absolver, para el año llamado de la misericordia, y he aquí que el 21 de noviembre este poder se convierte en permanente, cosa que equivale a dar objetivamente a la FSSPX una jurisdicción ordinaria. Recientemente, el 22 de junio, en ocasión de las ordenaciones en Zaitzkofen en Alemania, ella ha sido autorizada oficialmente a hacer las ordenaciones sacerdotales, con lo que la FSSPX está ya reconocida. Falta sólo que se le dé el ropaje oficial de prelatura personal y se lo anuncie públicamente a aquellos que todavía no han entendido. Se ha procedido de este modo con el fin de evitar las dificultades que se han verificado en el pasado: evitar que contra el acuerdo se manifiesten fuertes oposiciones públicas, a la derecha por parte de los sectores anti-acuerdistas de la FSSPX y a la izquierda por parte de los modernistas hostiles a un acuerdo con los lefebvristas. Esta estrategia se ha revelado muy eficaz, en todo conforme al estilo de Bergoglio: dejar que los teólogos disputen mientras el hombre de Iglesia (o quien tiene los ropajes) en la práctica siga adelante” (entrevista a Rivarol).
No hay más diferencia sustancial alguna entre la Fraternidad San Pío X por una parte y, por ejemplo, la Fraternidad San Pedro o el Instituto del Buen Pastor (también ellos ‘costillas’ de la Fraternidad) o un sacerdote que celebra con el Summorum Pontificum por la otra (también por aquello que se refiere al riesgo de recibir inválidamente los Sacramentos, ya que existen incluso en la Fraternidad San Pío X diversos ‘sacerdotes’ ordenados de manera dudosamente válida con el nuevo rito y por ‘obispos’ consagrados dudosamente con el nuevo rito, que no son ordenados más bajo condición). Mientras en la tragedia de un triste naufragio espiritual para tantos sacerdotes y fieles, podemos al menos alegrarnos del hecho de que la “normalización canónica” de la Fraternidad pondrá claridad, al menos para quien no quiere ser ciego voluntario. Lamentablemente, la Fraternidad pasa, el lefebvrismo queda (y la misma causa producirá también mañana los mismos efectos). Los acuerdos de hoy son la lógica consecuencia del hecho de que la Fraternidad San Pío X y su fundador, Mons. Lefebvre, han siempre reconocido en los modernistas la legítima autoridad de la Iglesia: en las declaraciones públicas, en las celebraciones litúrgicas (“una cum”), en la persecución de los católicos (sacerdotes, seminaristas, fieles) que se negaban a reconocer dicha legitimidad. En espera al “sello” de Bergoglio, quien se re-evoca a Mons. Lefebvre para continuar “resistiendo” llama a juntarse en torno a sí a los católicos fieles; pero ¿para llevarlos a dónde? Mons. Williamson (St. Marcel Initiative) invita a los “resistentes” a reconocer en Bergoglio al Santo Padre, y les autoriza, en caso de necesidad, a asistir a la nueva misa montiniana (cuya validez sería certificada por improbables milagros eucarísticos); el quincenal “Sí sí no no”, principal sostenedor de Mons. Williamson en Italia, ha buscado de demostrar no sólo la validez sino incluso la legitimidad y licitud de la reforma litúrgica montiniana de los Sacramentos (incluidos Confirmación, Eucaristía, Orden, Extremaunción), por otra parte, con suficiente lógica, desde el momento que Pablo VI y todos sus sucesores serían indudablemente los Vicarios de Cristo y aquella Sede Primera que nadie puede juzgar. Para los “resistentes” por tanto (afuera de la Fraternidad, o incluso los de dentro en espera del “sello” para salir):
- tenemos un Papa, Vicario de Cristo, Su Santidad Francisco I, que goza del pleno poder de jurisdicción para enseñar (faliblemente) y gobernar;
- tenemos en cada diócesis Obispos legítimos en comunión con Él;
- tenemos en cada iglesia del mundo el Santo Sacrificio de la Misa, también según el rito promulgado por Pablo VI, perfectamente válido y confirmado por milagros celestiales;
- tenemos los Sacramentos, siempre según el rito montiniano, perfectamente lícitos, legítimos y válidos…
¿A qué resisten, entonces, los resistentes? Al sello (por ahora).